Es un calor bochornoso,
des-ubicado,
ajeno al
instinto
transpirado de la angustia que preceden los
llantos,
es un calor que arremete
piel
tripas, olvidos, corazón, espacio;
abanico
aplastado entre las manos de una ciudad pegajosa,
llena de plata bruma,
tronando la
espera del milagro
que adhiera al cuero un frío justo y barato,
con pan y sol de mayo,
con confite y amor de julio,
con la calle libre y pareja
para andar descalzo y en chancletas
y tirar por
la ventana todo el peso del calor pasado
y enfrescar las rejas,
y calzar los sueños
y ahuecar un
futuro que nos baile un tango,
que nos quiera un poco,
que nos
vuelva cielo y sol y bandera,
pueblo que se llena del vuelo del cóndor
y toma las riendas
y cosecha y siembra para todo el mundo.
Era un calor bochornoso
y nos regó el llanto
y abrimos
los ojos….