Sube, baja,
sube, baja,
una bolsa de juguetes
para chicos ricos.
El tobogán se vuelve
infinito
y angosto,
no era para todos.
El carrusel gira
vertiginoso
y los caballitos se marean
porque desconocían
el círculo de las cosas.
Sobre un tambor de hambres
cabalgamos
pero el peso rompe
las cadenas
de nuestra ilusión.
El arenero
se vuela
con un huracán
de inconsciencia.
Le pusieron
barrotes a las plazas
y un día la llave se pierde
y los sueños de los niños
se quedan afuera.
Ahora a los juegos
los usan las palomas
que nunca perdieron
sus valores.
Y aún así
el vendedor de burbujas
sigue yendo.
Y aún así
el vendedor de burbujas
sigue yendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario