La fuente nutría
mentes hambrientas
sequías
sin nombre
espacios
entre bosques y niños...
y
esperanzas.
El alba abrigaba
la ilusión
del mundo nuevo,
las manos familiares,
los abrazos blancos....
el futuro.
El fusil
se
aferró a la ignorancia...
como siempre,
la roja ignorancia
disfrazada.
El hambre de poder
no tiene Fuentes
y su miedo
frío
no tiene Albas,
Sí abrazos negros,
Sí rojas ignorancias.
La historia,
la memoria,
la Fuente,
el Alba
llenarán los espacios vacíos,
a su tiempo
con algo mas
que palabras.
A Carlos Fuentealba maestro.
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